Para poder hablar de público y de la metodología que debemos seguir para satisfacer las necesidades que nos expongan, debemos tener claro diferentes conceptos.
¿COMENZAMOS?
Llamamos cliente a una persona física o jurídica que recibe un servicio o adquiere un bien a cambio de un dinero u otro tipo de retribución. Aquella persona que piensa en comprar o ha consumido un producto determinado, eligiéndolo entre los de la competencia.
Del latín cliens, el término cliente es un término que puede tener diferentes significados, de acuerdo a la perspectiva en la que se lo analice.
En economía el concepto permite referirse a la persona que accede a un producto o servicio a partir de un pago. Existen clientes que constantes, que acceden a dicho bien de forma asidua, u ocasionales, aquellos que lo hacen en un determinado momento, por una necesidad puntual.
En este contexto, el término es utilizado como sinónimo de comprador (la persona que compra el producto), usuario (la persona que usa el servicio) o consumidor (quien consume un producto o servicio).
Cliente o consumidor / ciudadano
A partir de la década de los ochenta, el consumo se generaliza en todas las clases sociales de los países con economía industrial capitalista. En la actualidad se piensa erróneamente que cliente, consumidor y ciudadano son el mismo término. Se piensa que los ciudadanos no son más que consumidores y, que por el hecho de ser consumidor, ya se es ciudadano. Esto en realidad no es así. Un ciudadano es persona que habita en un lugar determinado y puede ser o no consumidor, sin embargo, los consumidores son siempre ciudadanos, porque viven en algún sitio.
Cliente o Consumidor/consumista
Todos somos consumidores, en mayor o menor medida. Pero… ¿En qué consumos? y ¿para qué lo hacemos? ¿Tenemos una idea clara de cuáles son nuestras necesidades reales y cómo podemos cubrirlas de la mejor manera posible?. ¿Sabemos cómo actuar para no convencernos y/o engañarnos por la apariencia, ni dejándonos atrapar por la necesidad de objetos o servicios a la primera? y en último término, ¿Sabemos si disfrutamos con los objetos y servicios que consumimos?